Si hay un nombre que unió al Mallorca, se ganó la admiración de toda la Isla y que mejor simbolizó el éxito del equipo durante esas campañas fue el de su entrenador, el argentino Héctor Cúper. Fue el hombre que consiguió armar unas escuadras basadas en el trabajo y el esfuerzo colectivo, poco le importaba que le traspasasen a toda la alineación de una temporada a otra. Con sacrificio, empeño y el esfuerzo adecuado, estaba convencido en sus posibilidades de crear un equipo preparado para mayores desafíos. Además, sus conocimientos del fútbol de su país le permitían recomendar a jugadores argentinos, desconocidos en Europa, pero que resultaban fichajes rentables y que ofrecían un rendimiento extraordinario.
Como jugador, había sido un central fuerte y expeditivo, que llegó a vestir la albiceleste en varias ocasiones, aunque nunca dio el salto a Europa. Después inició su carrera en los banquillos, alcanzando el título en la Copa Conmebol con el Lanús, un modesto se alzaba con la equivalencia a la copa de la UEFA en Sudamérica. Alguien chivó su nombre a Bartolomé Beltrán, que buscaba un técnico para un Mallorca que acababa de ascender, y el presidente apostó por él.
Cúper llegó con su receta clásica dispuesto a probarla en Europa. Un equipo altamente ordenado, trabajador, con esfuerzo y redondeado con varios fichajes suyos como Roa o Mena. La temporada fue todo un éxito, el Mallorca finalizó quinto, su mejor clasificación hasta el momento, y llegó a la final de Copa, en la que perdió en los penaltis y pese a resistir con 9 frente al Barcelona de Van Gaal que también conquistaría la Liga. Su nombre se convirtió en la revelación y el Mallorca regresó a primera a lo grande.
La 98/99 resultó todavía de mayor mérito. Con seis titulares traspasados, el Mallorca debía recomponerse, y Cúper lejos de inmutarse, mantuvo su doctrina y comenzó a trabajar en la pretemporada mientras llegaban nuevos fichajes, entre ellos nuevos argentinos por su recomendación como Siviero, Ibagaza o el “Chupa” López. El Mallorca lejos de resentirse mejoró sus números de la campaña anterior, conquistó la Supercopa inaugurando el palmarés del club, lideró la liga durante muchas jornadas, alcanzó la final de la Recopa y luchó por el subcampeonato hasta la última jornada, aunque al final fue tercero. Toda la Isla fue un clamor toda la temporada, entonando “Cúper quédate” ya que el entrenador argentino era garantía de éxito y había conseguido coger a un equipo modesto y recién ascendido, hecho con descartes y jugadores desconocidos en una escuadra respetada en España, cuya defensa era la que menos goles recibía y que ya había paseado su nombre por Europa. El día que anunció su marcha, se vieron lágrimas por Palma, Cúper había agrandado a un club nada acostumbrado a pelear de tu a tu con los grandes, había conseguido el primer titulo de la historia y se había ganado el cariño y el respeto de toda la Isla.
Después su carrera siguió acompañada de éxitos incompletos, que siempre sucumbían en las puertas. Con el Valencia, su siguiente destino, y pese a no ganarse el apoyo de la grada, alcanzó dos finales de la Champions consecutivas. Entonces llamó la atención de Massimo Moratti, presidente del Inter, y decidió emprender rumbo a Italia. Pero, allí tampoco le acompaño la fortuna, el primer año quedó en tercer lugar, en el segundo, perdió la liga en la última jornada y al principio del tercero fue destituido.
El destino volvió a ligarle al Mallorca, cuya afición guardaba un magnífico recuerdo y su recibimiento se produjo como el de una gran estrella. Tenía que salvar al equipo en la 2004/05, tras un malísimo inicio por parte de Benito Floro. Pese a que el equipo no respondió, y Cúper tardó en conseguir la alineación adecuada, un brillantísimo final de liga y el descalabro del Levante, propiciaron la permanencia del Mallorca tras remontar once puntos en siete jornadas. Cúper, no perdió esa final y dejó al equipo de su vida en Primera. El año siguiente, y pese a confeccionar la plantilla con jugadores argentinos (Tuzzio, Peralta, Jonás) y algunos italianos que conocía de su etapa en el Inter (Potenza, Doni, Choutos) el equipo no respondió como antaño, y tras marchar como colista decidió presentar la dimisión y perdonar el resto de su sueldo al Mallorca. Club que confesaba seguir amando, pero que no sabía cómo relanzar en lo deportivo. Un gran gesto, bastante poco habitual en el fútbol.
La temporada pasada, se embarcó en el Betis, en el que fue destituido en la jornada 14 tras bastantes malos resultados, y a mitad de campaña recibió la llamada del Parma para ver si lograba evitar el descenso a la Serie B, algo que tampoco consiguió. Se empezó a cuestionar sobre si su sistema se había quedado estancado, no había logrado evolucionar, etcétera, así que el argentino decidió embarcarse en un reto aún más difícil, aceptando la oferta de la Federación de Georgia para ejercer de Seleccionador del país. Tras la aventura al frente del combinado georgiano, el de Chabas probó fortuna en un nuevo destino, el futbol griego. Se hizo cargo del Aris Salónica con la liga empezada y, por fin, logró mejorar sus registros. El equipo finalizó en cuarta posición en la Liga y alcanzó la Final de Copa. Aunque nuevamente la suerte le fue esquiva y la victoria recayó en el Panathinaikos.
Pese a estos últimos golpes, Cúper siempre ocupará el corazón mallorquinista como uno de su entrenador más grande de todos los tiempos, el artífice del milagro de con un equipo recién ascendido alcanzar una final Europea y el hombre que más aglutinó los sentimientos de toda la Isla alrededor de su equipo.